
Hay fechas que se graban a fuego y el 13 de Noviembre siempre será mi día 13.
No puedo creer que hayan pasado 3 años, 1.095 días, y esta vez por fin puedo decir que cumplo 3, y que los cumplo habiendo dejado atrás la enfermedad, aunque en realidad no sé en qué momento eso será cierto.
Es increíble como un instante te cambia la vida. Hoy, hace tres años cruzaba la puerta de una consulta creyéndome capaz de comerme el mundo, debía ser por el exceso de glucosa que me produjo el crep que acababa de merendar (jajaja), y salía con la palabra muerte repitiéndose en mi mente.
Mi mundo se paralizó con ese diagnóstico, durante unos segundos deje de escuchar, de entender, de sentir… sencillamente deje de asimilar, porque todo aquello parecía ser irreal, porque el cáncer es algo que pasa cerca pero no nos pasa a nosotros, porque en cierto modo, sin ser conscientes, nos creemos inmunes, como si nuestra vida fuera eterna, y porque tenia un bulto en el pecho pero yo me encontraba bien, me sentía bien y porque no tocaba… Valiente tontería, ¿Verdad?
¿Acaso toca alguna vez?
Qué momentos tan duros, cuanto aprendemos de la vida, a base de golpes y de daños… pero aprendemos.
Y en lo que a golpes y daños se refiere el cáncer viene con un buen arsenal bajo el brazo, y como en estas situaciones no hay marcha atrás, no queda otra que pelear con uñas y dientes en ese pulso por la vida.
– Y, sabes que?
Te gané!!!
3 años después, y recién operada de la reconstrucción puedo gritar que se acabó, lo más duro pasó, la sombra del cáncer me perseguirá siempre, los efectos secundarios no van a desaparecer y soy muy consciente de lo que se vive en cada revisión, en cada prueba… pero aprenderé a vivir con ello.
Igual que también he aprendido valiosas lecciones, y no es que yo sea un experta en nada, al contrario soy una mera aprendiz de la vida, pero ahora que nadie nos oye quiero contarte algo, porque el cáncer y la vida enseña a base de garrote y hay cosas que me gustaría que aprendieras sin llevarte las bofetadas de la vida…
Cosas como que lo que de verdad importa en el vida, es lo que lo más importante sea lo más importante. Que el tiempo es algo que jamás vuelve y hay que dedicarlo a lo que te hace feliz. Que no hay que dejarse un te quiero por decir y no hay que decir te quiero sin querer. Que los besos y los abrazos sinceros curan el alma. Que hay silencios capaces de decir más que la conversación más larga. Que decir NO, no es malo, siempre y cuando no te lo digas a ti. Que hay que quererse más y exigirse menos. Que hay derecho a días de bajón siempre y cuando te levantes al siguiente y sigas en la lucha. Que reírse a carcajadas es uno de los mayores placeres. Que montar un guateque en casa, en pijama y zapatillas puede ser mejor que el plan más cool del momento. Que hay algo mejor que planear aventuras, y es cumplirlas. Que la vida te regalará personas extraordinarias. Que hay que conocerse más a uno mismo, y sin miedo aceptarse. Que las quedadas con amig@s siempre arreglan tu mundo, pero jamás un whatsapp será una conversación real. Que las mejores cosas de la vida no son cosas, son momentos, es lo que sientes, lo que haces, lo que vives, lo que aprendes de cada día, de cada experiencia, de cada momento…
Para mí celebrar mi día 13 es especial, no por el diagnóstico, es especial porque ese día la vida me dio una segunda oportunidad, y celebrar la vida es algo que deberíamos hacer siempre, porque nos quejamos demasiado por todo, nunca estamos conformes con nada, ni con el tiempo… si hace frío porque hace frío y si hace calor porque hace calor.
Te propongo una cosa, cuando estés en bucle de negatividad, de esos días de meter la cabeza bajo la almohada, justo en ese momento pregúntate:
¿Y si no estuviese mañana?
Automáticamente tu día cambiará, esa bofetada de realidad te hará volver a ver que es lo verdaderamente importante y automáticamente tus prioridades se reordenaran. A las semanas seguramente volverás a ese bucle porque la propia inercia de la vida y el ritmo frenético que llevamos te empuja a ello, entonces tú vuelve a preguntarte… y así hasta que aprendamos.
Y así es la vida. No hay que vivir con miedo, ni pensar en la muerte, pero lo cierto es que nadie sabemos si estaremos mañana, en dos horas, o en cien años, porque el destino es incierto siempre, pero si se acaba el mundo que te pille siendo feliz.
El cáncer me regaló el leitmotiv de mi vida: “Nunca dejes de bailar” y lo siento grabado a fuego, porque cada día soy más consciente de que hay que ser feliz, pase lo que pase…
Me quedo con mi lunes 13. No le guardo rencor al 13, ni siquiera al cáncer, al contrario, le estoy agradecida por ser yo la elegida y no cualquiera de los míos, supongo que en cierto modo eso nos pasará a todos… Pues eso, me quedo con mi 13 y me estoy pensando seriamente si celebrarlo con un Crep de Nutella, como viene siendo tradición o me decanto por un batido verde por eso de que la dieta se me está yendo de las manos .
Gracias por estar al otro lado, nos vemos pronto!