
Llevaba tiempo esperándote pero, cuando supe la fecha exacta de nuestra cita mi cabeza se volvió loca, con ganas de hacer mil cosas y vivir la semana de antes como si no existiera el mañana, estrujando cada minuto del día, hasta que..
10 de Diciembre, 7 de Enero y 7 de Agosto.
De nuevo llegó el día D…
Dicen que: “A la tercera va la vencida” y aquí estamos, visita al quirófano por tercera vez desde que empezó mi aventura con el Sr. Cáncer y a estas alturas soy medio experta, (lo dejamos en medio por no dármelas de listilla), vengo con nervios a 0 y sin nada de miedo, ya hace mucho tiempo que lo despojé de mi mochila. Simplemente dispuesta a lo que me espera y feliz porqué son etapas y una puerta más que cerramos en el camino.
Las 07:15 y ya estamos en la sala de espera charlando tranquilamente cuando de pronto sale una enfermera: “Vanessa Nueda”, esa soy yo, así es que de un bote me despido de todos y entro con ella a la salita de vestuario, a mi madre y por supuesto a mi marido, siempre les dejan acompañarme, mientras que te dan la ropa quirúrgica y esas cosas… Entonces llega el momentazo, yo quería hacerme una foto antes de entrar a quirófano con mi modelito tan ideal, como blogger con el “must have” de la próxima temporada, me parecía de lo más divertido, pero la enfermera no se marchaba ni un momento y hacerme la foto delante de ella tampoco lo tenía previsto. ¡Qué vergüenza! Con lo discreta que soy yo siempre, me estuve haciendo la remolona y viendo que nada de nada, al fin me armé de valor y le dije: Perdona, me quiero hacer una foto, puedo? Su cara fue un poema, a éstas alturas aún debe estar pensando que estoy chalada, pero tachaan yo colgué mi foto cachonda en las redes, por darle un poco de vidilla y cachondeo al asunto.
Nos despedimos, sabiendo que esta vez tenían por delante una larga y dura espera, yo al fin y al cabo durante esas horas estaría de paseo por las nubes.
Alguna vez os he contado que pregunto poco y no busco nada de información sobre lo que me van a hacer, para eso ya tengo a mi MITAD, yo me pongo en sus manos y no caigo en la tentación de volverme adicta a todas las terminologías médicas que como aventurera me esperan y de las que no entiendo un pimiento.. ¿Hago bien? Pues realmente no tengo ni idea, pero es lo que me pide el cuerpo, supongo que así estoy más tranquila, sabiendo lo justo… sin tener un exceso de información y evitando el preocuparme por millones de cosas y síntomas que no se si llegaran.
Pero…
¿Qué pasa cuando entras a quirófano y no preguntas como va a ser la recuperación?
¡QUÉ PRINGAS!
Pringas porqué te despiertas en el post operatorio y con un globo increíble, cuando aún todo te da vueltas y haces lo imposible por abrir los ojos, cuando tus párpados pesan toneladas y a lo lejos se vislumbran siluetas de personas, de pronto te das cuenta de que ese viaje fantástico entre real y virtual que estas viviendo, lo que esta ocurriendo en ese justo momento, no es nada más, ni nada menos, que el efecto de la morfina. Entonces aún bien drogada intentas volver a la tierra porqué sabes que te va a doler, que la cosa es seria y que vas a tener pupa de la buena.
¿Os cuento la cirugía?
Me han hecho una mastectomía en el pecho izquierdo, como tenia piel y tejido muy retraído de las anteriores tumorectomías necesitaban un injerto de piel y tejido muscular de la dorsal, así es que han abierto la dorsal hasta la columna, han cogido la parte de piel necesaria para el injerto y me han pasado el músculo dorsal por debajo de la axila hasta llevarlo al pecho; en el pecho mastectomía, colocando un expansor y con injerto de piel. Resumiendo, como les he contado a mis peques, me han hecho un cortar y pegar en toda regla. En su cole trabajan con fichas y tal la explicación, me he convertido en “Mama Ficha”.
Confieso que soy de las que aguanta el dolor pero esta aventura ha sido dura, durilla de verdad, duro desde el momento en que despiertas de la anestesia, duras las noches de dolor incontrolable pidiendo medicación de rescate, que tengas que tener hasta tres vías por qué las venas quimioterapiadas se han vuelto de azúcar; pero sin duda alguna, el peor momento de todos es cuando al día siguiente aparece como “Huracán Parlante”, por qué no sabría deciros si habla tan rápido como se mueve o se mueve tan rápido como habla, el querido Dr. Cirujano Plástico, cuando una aún se cree que las heridas deben ser de mantequilla y antes de que te des cuenta te da un meneo de padre y señor nuestro, mirando y haciendo las curas que tocan, mientras te explica la operación, su gran obra de arte y te dice lo guapísima que te ha quedado la teta… Uffff!!!! Lo pienso y aún se me eriza toda la piel…¡Eso hay que vivirlo!
- En su defensa tengo que decir, que lo ha hecho genial y me siento una suertuda de que él, encabezara la operación. ¡Tiene un equipo estupendo!
Después de 9 días y el cuerpo lleno de hematomas por las inyecciones de Heparina y de Petidina, nos dan el alta.
¡NOS LARGAMOS!
Por fin en casa, mi MITAD, mi amigo el drenaje, mi teta nueva y yo.
He tardado en escribir por qué los primeros días en casa no han sido para nada fáciles, madre mía como cuesta levantar el culo del sofá cuando tienes abierta la espalda y el pecho, en mi mente se repiten una y otra vez las palabras “aprieta el centro” como si el susurro de una profe de pilates me persiguiera. Aunque sea lento, la cosa cada día va a mejor. Confieso que la explicación de Cortar y Pegar con los peques fue un acierto, no les ha dado ningún reparo el verme, de echo su único comentario ha sido respecto al tamaño:
Quina teta més grossa mama! Uy, què petitona l’altre mama! // ¡Qué teta más grande mama! Uy! ¡Qué pequeñita la otra!
¡Viva la sinceridad de los niños y la espontaneidad en toda su esencia!
Durante estos días lo que más me ha llenado es ser consciente de todo vuestro cariño, el de todos mis amigos que de una forma u otra han estado pendientes de mí, el amor de toda mi familia, el de mi MITAD que no se ha despegado de mí ni un momento y como un campeón se ha pasado sus 8 noches a mi lado, durmiendo en la butaca infernal que tienen los acompañantes, sin olvidarme de mis pequeñajos, para ellos no tengo palabras, son la mayor fuente de energía que puedo tener.
Ep!!!! Casi me olvido de mi notición… Entré sin cejas y salí con ellas. Increíble, pero cierto y no sabéis la alegría tan grande que representa, aunque reconozco que ya era una experta pintora de cejas. Lo malo, también se acaba