
Es miércoles, ni lunes, ni viernes, que son, o eran los días habituales de post… pero la verdad es que hace mil que no paso por aquí, no entiendo como puede ser si siempre me rondan las mil y una para contaros, algún día encontraré remedio para eso, lo prometo.
He estado unos días regulín, por redes os he ido contando que mis hormonas alteradas me han dado algún que otro susto y la palabra susto cuando proviene de algo negativo en la visita del oncólogo os prometo que es mucho susto.
Y cuando el susto se pasa… debe ser de verdad lo de la alteración hormonal porque estoy IN SU FRI BLE, lo siento por la parte que le toca a mi mitad… nadie dijo que fuera fácil cariñito y ya ves… los arranques de menopaúsica pueden ser peor tortura que enroscar mis pies helados en tu pierna calentita. Estoy segura que a más de una os pasa, nunca entenderé el egoísmo del género masculino al no compartir ese calorcito, JaJaJa!
Así estamos en plena montaña rusa, un rato arriba, un rato abajo, de comerme el mundo a que el mundo me coma… ¿Qué me consuela? Saber que si hoy el día está fastidiado, mañana estará mejor, que ya lo decían las abuelas, no hay mal que cien años dure y al final, todo pasa.
Pasé un fin de semana emocionalmente desastroso, la parte hormonal jugó duro sus cartas y aquí una menopáusica declarada tuvo unas hemorragias dignas de tratamiento, bendito amchafibrin , pero esta vez ni tú pudiste controlarlo…. No voy a entrar en detalles escabrosos, no hace falta, solo quería deciros que esto no es fácil, el tratamiento oral no nos deja calvas, ni en declive físico como las quimios, pero va pasando el tiempo y todo el conjunto de efectos que separados no son nada, juntos duelen, y no pasa nada por decirlo. Que a veces necesitamos gritar un “Que te den” bien grande y tampoco pasa nada por hacerlo.
Estoy hasta las narices del insomnio y de no dormir a pierna suelta de verdad, sin sofocos, ni dolores, ni desvelos, ayer me drogué para dormir, si si… y tan feliz, el resultado 12 horas de descanso, al despertarme me dolía hasta la última gota de sangre que me corre pero descansé de lo lindo, y que tampoco pasa nada, que lo necesitamos, que no dormir es insano y hace que todo pese más de lo que ya pesa de por si.
Cuando estaba un poco por los suelos me llegó la nota del caso del máster, es el trabajo final, y ese 9,50 de nota me subió a la luna y lloré de alegría como si me fuera la vida (vaya tontorrona), porque cuando me aventuré con el máster, con sinceridad, no las tenías todas conmigo y alguna vez me dije a mí misma… ¿Ahora era el momento? Pero si esperamos el momento perfecto nunca haríamos nada y la vida mientras va pasando, así es que me lancé a ello, sabiendo que iba a ser más costoso, porque no me concentro, porque mis neuronas están fritas por tanta quimio y porque ya de por si volver a estudiar no es fácil… por mil motivos esa nota fue un notición para mí, una inyección y una tremenda dosis de alegría que me catapultó de nuevo a comerme el mundo.
Espero que dure, que la menopausia y el vaivén emocional me deje aquí por un tiempo y si no lo hace, recordemos a las abuelas y sus sabios consejos, no hay mal que cien años dure.
Menopaúsica, con vaivén emocional, viviendo en una montaña rusa pero aún y así, exigencias incluidas, soy feliz.
Eso sí, quiero un poco de slow life en mi vida, y en la vuestra también.