
Érase una vez un nuevo comienzo… Se acabó la Navidad, los días de fiestas, juntarte con los tuyos y comer como si el mañana no existiera, si tienes niños estarás como nosotros, con la casa inundada de regalos, luchando por poner orden e intentando que den valor a lo que tienen y sobretodo, soñando con la vuelta a la rutina. La Navidad es preciosa, sobretodo con niños, pero también es agotadora.
Hoy es el primer día de mi nueva vida, el primer día de la realidad del AHORA, ese día en que los babytwins vuelven a la escuela y yo me doy un bofetón con la realidad. Esa realidad en la que no tengo trabajo. Esa realidad de un nuevo comienzo. Esa realidad que tengo la suerte de poder construir. Esa realidad que voy a empezar de cero.
Podéis imaginar que no voy a esperar a que el mundo laboral llame a mi puerta, o quizás sí, pero mientras tanto no voy a estar de brazos cruzados. La vida me enseñó que todo ocurre por algún motivo, y no sé por qué el cáncer irrumpió en la mía, pero con él se abrieron un sinfín de nuevos proyectos. No entendí la cruel decisión de la empresa (o de alguien de la empresa), enviarte al paro cuando has pedido una alta voluntaria, no denota mucha humanidad, pero desgraciadamente al 70% de las personas que sufren un cáncer, la reinserción laboral no les supone un camino de fácil y no les respetan su puesto de trabajo. Me parece algo alucinante y me enfada muchísimo.
Mi parte más racional siempre me dijo que me estaban haciendo un favor, que algo mejor me espera. Mi vida ya no es la misma, yo no soy la misma, por tanto no puedo dedicarme a lo mismo. Sobrevivir a un cáncer o a cualquier acontecimiento traumático, es una de las situaciones que más transforma la vida de una persona y por asombroso que parezca, la resilencia es algo que te convierte en una mejor versión de ti mismo.
Sabemos que la vida no es fácil, muchas veces la enviarías al carajo… pero de vez en cuando, en medio de tanto caos en el que vivimos ocurren cosas maravillosas que nos hacen valorar y darnos cuenta de que por cruel que sea, vale la pena vivir de verdad.
No sé que me deparará el futuro pero de momento esta semana empiezo mi Máster en COACHING. Las aventuras del cáncer, entre otras cosas me encaminaron por aquí y creo que eso son señales del destino.
Emprender mi nuevo futuro no será sencillo pero seguro que valdrá la pena. Lo mejor está por llegar…
Feliz vuelta a la normalidad.