
Creo firmemente que las alegrías compartidas se multiplican y el dolor se hace más llevadero, pero compartir no es la única opción, a veces preferimos pasarlo solos.
Si me seguís por redes habréis visto que hemos estado de vacaciones en familia, y justo antes de las vacaciones tuve el gran honor de estar en la Feria del Libro de Madrid. Me hacía una ilusión tremenda, ya podéis imaginar… La Feria del Libro ¿Yo? Pues sí, yo que me iba a la Feria.
Al final no fue como imaginé unos meses atrás. Un par de días antes de marcharme palpé un bulto en el pecho y me invadieron todos los demonios y temores. Pensé, no será nada, pero pronto empezó a dolerme muchísimo y ese dolor me tranquilizó a la par que me preocupó, por una parte si duele no es malo y eso me repetía a mí misma, por otra parte ese dolor incesante me era tan familiar que fue lo que me empujó a activarme. Estando en Madrid hablé con mi Doctora y la puse al corriente de la situación.
Me marcho de vacaciones, le dije. Me marcho con la familia y quiero disfrutar. Estoy tranquila.
No tenía tiempo material para hacer ninguna prueba y durante unos días necesitaba olvidarme de todo…. ¿Y si era malo? Se acabaron las vacaciones para mí y acto seguido para toda la familia. Así es que decidí apartar esa opción, con mucho esfuerzo hice un muro en mi mente e intenté hacer como si nada pasara. Tuve mis momentos, no te voy a engañar, necesité recurrir a mi mantra particular en más de una ocasión y repetirme a mí misma:
“Pase lo que pase… Nunca dejes de bailar”,
“No sabemos que va a ocurrir mañana”,
“El futuro siempre es incierto”…
Y aunque tenia una lucha interna conmigo misma, conseguí pasar los 10 días de vacaciones y la presentación de “Las Aventuras del Cáncer” en Valencia, con mi secreto a salvo, rodeada de toda la familia e intentando empaparme de vida, inhalando ganas de vivir por cada poro de mi piel.
Ver mis #babytwins jugar me emocionó más que nunca, y la emotiva boda en Sevilla me caló en lo más profundo…
Los días pasaron hasta ayer que tenía visita con mi Doctora, el dolor todavía sigue y el bulto sigo palpándolo.
¿Miedo? ¿Terror? No sé como describirlo, por una parte mi cabeza me decía
¡No!, No es nada.
No puede ser.
¿Cómo va a ser posible?
¿Otra vez? No, no toca.
Y aun teniendo ganas de salir corriendo fui al hospital. Noté que ella, mi Doctora, me palpó con miedo. Lo notó. Y me dijo aquello de no es nada, no creo que sea absolutamente nada pero… Te vas a hacer ahora mismo mamografía y ecografía mamaria de urgencia.
Eso se clavó en mi estómago. ¿Un déjà vu? No, esto era real, la misma situación, las mismas palabras, el mismo protocolo,….
Buuuuuuffffff! Quiero salir corriendo, ahora sí!
No lo hago, sería la opción más fácil, pero la más cobarde por mi parte, la negación no nos lleva a ninguna parte, sea lo que sea hay que saberlo. El cáncer es el enemigo y si aparece por aquí hay que mirarle a los ojos y retarle por la vida, que no se equivoque que ya me quitó bastante. La vida es mía. Mi tiempo es mío. Mis días son míos.
Lejos de echar a correr me fui a donde me enviaron, me pasee por el hospital, fui de prueba en prueba y al final, en lo que fue un rato eterno para mí y mi mitad, nos dijeron:
Es glándula, está todo bien.
¿Todo bien?
¿Seguro?
Buuuufffff!!!! Qué sensación….
No sabia si llorar o reír, abrazar al médico o ponerme a bailar o saltar… Todo bien!!!
Subidón y explosión de emociones por la enorme alegría, me volví a casa y en el viaje en coche cante como una loca y llore muchísimo de felicidad.
Más tarde la tensión me dejó completamente K.O, la presión de pensar que podía tener algo, de notar el bulto, de palparlo y pensar…. ¿Serás tan cruel de volver?. La decisión de hacer como si nada ocurriera me agotó, pero… Para qué preocupar a nadie si ni siquiera sabia si había algo por lo que preocuparse.
En fin, todo quedó en una aventura más. Una aventura que afortunadamente esta vez viene con un final inmensamente feliz.
Me encuentro a las puertas de los 38 , casi casi ya tengo un pié allí, voy haciéndome “viejuna” aunque yo me siga creyendo esa niña, y os prometo que voy a celebrar la vida con más ganas que nunca.
Que una vez dolió, pero pensar que podían ser dos…
Y con el susto todavía en el cuerpo voy a decirte algo. No pases tus días como superviviente de tu propia vida. No emplees tus fuerzas en sobrevivir en una vida que no te llena. Piensa realmente si lo que haces hoy te acerca a lo que quieres ser mañana. Y céntrate en VIVIR de verdad. Que la vida es corta y el futuro incierto.
Dedícate tiempo. Quiérete y quiere. Abraza fuerte. Ríe con ganas. Baila como si estuvieras solo. Canta a pleno pulmón, aunque cantes mal. Comparte. Haz algo por los demás. Mímate. Juega como un niño. Sube a la montaña. Báñate a la luz de la luna. Vuela, o siente que lo haces. Haz algo por primera vez. Queda con tus amigos. Recuerda tu infancia. Sueña. Sé auténtico… sobretodo, sé feliz y dile ¡Sí, a la vida!