
Estaba tranquila muy tranquila, de hecho lo estaba tanto que me dormí y llegamos al hospital por los pelos.
Volvíamos a estar allí, ante esa puerta. Yo tranquila, ellos nerviosos. Felicitamos a mi padre, era el día de su cumpleaños y como regalo le dejaba unas cuantas horas de ansia y sufrimiento de espera, no es que sea dramática y exagere, es que a él todo lo que tenga que ver con el hospital, le supera. Bromeamos, hicimos planes y hablamos de cosas cotidianas, hasta que escuchamos mi nombre.
Vanessa Nueda
¿Por qué se paraliza todo antes de entrar a quirófano?
Entonces les abracé. Mis hermanas, mis padres y mi mitad. Les abracé fuerte, que supieran que todo estaba bien, les dije que les quería, no te guardes jamás un te quiero ante el umbral de la fría sala, y al final con una sonrisa me despedí, y seguí con la última mirada, esa que no cesa hasta que la puerta se cierra, y el brillo de los ojos cada vez es más intenso por todo lo que significan, de esas miradas que siguen hablando sin palabras porque a quien miran conoce lo más profundo de tu persona.
Se cierra y estás sola ante la aventura, sin retorno hasta que todo acabe. Empieza el vaivén de pinchazos, pastillas, cables y preparativos. Estás tranquila, vuelve a ser familiar, conoces el sitio, conoces a algunas de las personas, te sientes acompañada. Y yo solo tenia una petición:
-Que nadie me duerma hasta que vea al Cirujano por favor.
Todo mi afán era hablar con él y cerciorarme del tamaño de mis futuras tetas. Nunca he sido de pecho grande y me he sentido muy cómoda, ahora llevaba dos años viviendo con una teta de más de 500gr y la verdad, no quería eso para el resto de mis días. Me quedé tranquila después de hablar con él, de que me contará en qué consistía exactamente la operación y de que me pintará como un tapiz.
Eso, y que me durmieran bien por favor. Tenia un vago recuerdo de la última anestesia y la paranoia de sentir las conversaciones a lo lejos, mientras todos se preparaban para operar y yo queriendo hablar, gritar, avisar de que no, que no podían operar, que estaba despierta… Fue horrible y por unos segundos, que me parecieron una eternidad, me vislumbré como protagonista de una película de absoluto terror. Y eso, eso no quería que se volviera a repetir, meses antes ya lo había hablado con la Anestesista y me dijo: Tranquila que te vas a dormir en seguida.
Y…. Voila! En 3,2,1… los efectos de la anestesia te envían de paseo por las nubes.
Reconstrucción de un pecho, cambiaron el expansor por una prótesis definitiva, mastectomía completa preventiva en el otro pecho con reconstrucción inmediata y algún arreglillo en la espalda por el dorsal ancho de la anterior operación.
El resultado de todo eso es igual a despertar con mil cables, el pi piii piiiii de la sala de reanimación que se instala como un zumbido en tu cabeza, el cuelgue por la morfina, la sonda de respiración, el tensiómetro, los electrodos, vías en la mano, vía en el pie (daños colaterales de quedarte sin venas tras la quimio), y las ganas inmensas de salir de allí y poder ver a las tuyos. Las ganas de gritar que estás bien, medio piripi pero bien.
La primera noche fue dura, me sabe muy mal decirlo tan claramente porque me habéis preguntado muchísimo por la operación y sé que algunas tenéis una similar pendiente, no pretendo asustar a nadie pero no quiero engañaros.
Eso sí, la vida está llena de anécdotas, incluso cuando menos te lo esperas puede ocurrir algo que acabe por sorprenderte y yo no podía imaginar lo que aquella noche viviría.
Me tocó una habitación compartida, una mujer muy simpática, cincuenta y poco, y muy bien puestos, todo sea dicho. Todo era correctísimo hasta que llegó la noche y vino a visitarla su pareja. Vivimos un “Edredoning” que estoy segura superaba las mejores versiones de Gran Hermano. Besos, chupetones, susurros, risitas y la cama moverse. Y nosotros atónitos ante la situación, y aquel señor que daba un salto olímpico de la cama cada vez que una enfermera abría la puerta. Y tras las cortina yo, con mis drenajes, mis chutes de calmantes, mis sofocos… y todo lo propio del post operatorio. Ver para creer… en un hospital, patidifusa estoy todavía.
Al cabo de un par de días estábamos en otra habitación, justamente en la misma que estuve cuando nacieron mis #babytwins. De pronto me envolvieron tan buenas sensaciones cuando entré allí, tantos recuerdos, tantos momentos felices…
Llegó el 27 de Agosto y seguía ingresada. Así es que celebramos nuestro aniversarios de bodas en el hospital, 12 años de casados. Pero no podía ser tan malo, estábamos en la habitación donde vivimos los momentos más felices de nuestra vida, compartimos cena y hasta un delicado baile con drenajes colgando.
Han pasado unos cuantos días, sigo limitada al máximo de movimientos, cero esfuerzo, el dolor se va controlando cada día un poquito más y ayer me quitaron los drenajes que quedaban, dolorosa despedida la de los drenajes, no sé que tengo yo con estos cacharros que en cada operación topo con uno que se engancha a mí más de lo que le toca, y a la hora de retirarlo, Buuuuffff! Por lo demás, todo va bien y eso me hace feliz, porque esta creo que es la última operación, eso espero.
Os doy un GRACIAS enorme. Gracias por no dejarme sola en esa fría sala de quirófano.
Un abrazo,
Vane